tres bloqueos para ser creativo

Creatividad (1): ¿De qué me están hablando?

Hace pocos meses una clienta que trabaja como empleada en una organización de gran envergadura me contó que había sido convocada a una reunión por un asesor del área de Recursos Humanos. Este asesor se había interesado por las características del trabajo que hace mi clienta y, estando al corriente por distintas referencias de que es una persona honesta, eficaz y experimentada, le había ofrecido recomendarla para cubrir una vacante en un puesto de mayor responsabilidad.

La situación no merecería comentario alguno, más allá de la satisfacción por el ofrecimiento, si no fuera porque el asesor, antes de despedirse, dijo que para desempeñarse de manera convincente en la nueva posición era importante “ser creativa”. Dado que se trataba de un cargo administrativo, en el cual lo que habitualmente se espera es realizar una variedad de registros contables con solvencia, mi clienta quedó desconcertada. A tal punto que me transmitió la inquietud con estas palabras: “Me dijo que para ellos es importante que sea creativa. ¿Creativa? ¿De qué me están hablando?”

Allá lejos y hace tiempo

Según el experto en educación británico Ken Robinson, todos fuimos creativos alguna vez. Para recuperar esa experiencia, dice Robinson, tenemos que remontarnos a los primeros años de la infancia, cuando nos atrevíamos alegremente a preguntar, dibujar, interpretar y proponer sin temor a equivocarnos. Luego la educación formal hace lo suyo: rápidamente nos damos cuenta de que nos conviene repetir lo que dice el maestro o el profesor y que salirse del libreto tiene por lo general un costo elevado.

Cierto es que algunas personas resisten esta normalización y se mantienen creativos. Son pocos, tienen inclinación por el arte en cualquiera de sus manifestaciones y suelen hacer incursiones en el diseño o la publicidad. Para todos los demás, incluida mi clienta, la vida laboral consiste en entender ciertos procesos y en aprender a aplicarlos para sacar adelante el trabajo. ¿Dónde entra la creatividad en todo esto?

Solo se trata de conectar

En un mundo de organizaciones con normas rígidas, que lo único que esperan de sus empleados es que cumplan órdenes, la creatividad por cierto no tiene cabida. Sin embargo, esa manera de ver las cosas está hoy en retroceso, pues desde hace ya muchos años vemos cómo la aplicación de ideas innovadores da ventajas competitivas decisivas. Por eso, empieza a surgir esta demanda de creatividad, con la esperanza de que las personas con iniciativa puedan aportar lo suyo para mejorar la gestión.

Ahora bien, para que esto sea posible tenemos que abandonar los modelos mentales que vinculan la creatividad con las ideas propias de un artista y tratar de bajarla a la tierra. Para eso, podemos hacer una primera aproximación bajo la guía de Steve Jobs, para quien la creatividad consistía en conectar cosas que en apariencia no tienen relación, en “ver algo” que otro no vio (él, por ejemplo, fue el primero en ver a la computadora personal como un electrodoméstico más). En consecuencia, una recomendación valiosa es empezar a observar y a relacionar con el propósito de hacer las cosas mejor.

Al adoptar esta tesitura, toda la información que pase delante de nuestros ojos pasa a tener cierto valor, pues puede funcionar como disparador de alguna idea valiosa. Consciente de esta particularidad, el profesor estadounidense Kenneth Goldsmith creó un curso titulado “Perdiendo el tiempo en internet” que resultó un éxito para estimular la creatividad de sus alumnos. La repercusión y buena acogida que tuvo esta idea llevó a Goldsmith a escribir un libro del mismo nombre, donde revela que el truco para que las distracciones sean productivas es muy simple: basta con tener un propósito creativo en mente, que lleve a nuestro cerebro a procesar e intentar aprovechar todos los estímulos que recibe.

Tres bloqueos

Aclarado esto, es necesario reconocer que años de entrenamiento para evitar ser creativos dejan sin duda alguna huella. Por eso, para animarse a observar y conectar con cierto provecho es necesario sortear tres bloqueos típicos que amenazan la generación de nuevas ideas. Estos son:

– Pensar siempre en grande y no prestar atención a las pequeñas variaciones. Ser creativo no implica hacer un gran cambio sino aportar cualquier modificación que resulte provechosa. El gran cambio, si surge alguna vez, vendrá como consecuencia de la persistencia en una determinada manera de observar y relacionar.

– No aprovechar las ideas de otros. Conectar y desarrollar ideas de otros es también aportar algo nuevo. Demos a cada uno el crédito que le corresponde y avancemos con nuestra propuesta.

– No explorar algo que está fuera del marco de referencia con el cual estamos trabajando. A veces, nos llama la atención algo que no guarda directa relación con el problema que estamos tratando de resolver. Vale la pena investigarlo de todos modos, dado que puede tener consecuencia provechosas que no vemos de entrada.

Ante la demanda de mi clienta, establecimos en este post algunas pautas para adoptar una actitud creativa. Vimos que se trata de observar y conectar informaciones de diverso tipo, y señalamos también cuáles son los bloqueos más habituales. En el próximo post, nos vamos a referir a un método efectivo y sistemático para solucionar problemas de manera creativa.

Referencias

Ken Robinson, “Ken Robinson dice que las escuelas matan la creatividad” [Video], TED, 2006, disponible en https://www.ted.com/talks/ken_robinson_says_schools_kill_creativity?language=es (consulta 27/01/2017).

Quentin Hardy, “Wasting Time on the Internet? Not Really”, The New York Times, 05/08/2016, disponible en https://www.nytimes.com/2016/08/07/education/edlife/kenneth-goldsmith-on-wasting-time-on-the-internet.html?_r=0 (consulta 27/01/2017).

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