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Crisis personal: Recuperar historias y cambiar valoraciones para ampliar el panorama

Para la gran mayoría de las personas la vida va transcurriendo dentro de un marco interpretativo más o menos estable. Así, nos parece que sabemos cuáles son nuestras fortalezas y cuáles nuestras debilidades, y solemos confiar en las emociones que sentimos como guía para evaluar las situaciones que se nos van presentando. Además, creemos tener en general buen criterio para percibir el mundo que nos rodea. Por eso, cuando sentimos miedo estamos casi siempre seguros de que la circunstancia que lo ha provocado es atemorizante, y si algo nos despierta curiosidad, entendemos que se debe a que ese algo suscita verdadero interés.

Esta manera de actuar, que funciona casi en automático, es muy eficaz para afrontar y resolver con buenos resultados un sinnúmero de situaciones. Desde las habilidades necesarias para conducir un automóvil en medio de un tráfico intenso a la selección de información que hacemos para decidir cómo vestirnos y acicalarnos, pasando por el constante aprendizaje que realizamos como consumidores, nuestras interpretaciones fluyen sin que nos detengamos a revisarlas y sin darnos motivos evidentes para ello. Como veremos, esta fluidez puede interrumpirse de un modo abrupto en situaciones más complejas.

Esquemas falibles

Aunque a menudo no somos conscientes de ello, nuestras interpretaciones cotidianas y nuestras emociones se basan en narrativas que vamos construyendo acerca de cómo funciona el mundo y de cómo somos nosotros. En base a experiencias que hemos tenido, a influencias de diverso tipo y a evaluaciones acerca de buenos y malos resultados logrados u observados, hemos ido elaborando una serie de pautas, sostenidas a menudo por historias que hemos vivido o nos han contado, que hacen de sustento para nuestras reacciones en el día a día.

Si la vida transcurriera en escenarios más o menos conocidos y previsibles, no sería necesario ponerse a revisar casi nada. Sin embargo, sabemos que en la época que nos toca vivir no es este el caso: tarde o temprano nuestros esquemas empiezan a fallar. Puede suceder cuando se estanca nuestra carrera profesional o al cambiar de posición dentro de una organización o al incorporarnos a una empresa que adhiere a valores diferentes a los que estamos habituados. Puede suceder, incluso, a causa de un cambio en la cultura, como por ejemplo el que se da en nuestros días con respecto a las relaciones entre mujeres y hombres, mientras nosotros permanecemos en la posición de siempre, convencidos de que todo sigue igual.

Cuando nuestros recursos automáticos dejan de funcionar, las señales de incomodidad y desconcierto son inequívocas. Sentimos que por más que lo intentemos, no le encontramos la vuelta a la nueva situación y no somos capaces de vernos con claridad dentro de ella. Por algún motivo que no logramos desentrañar, la conducta que antes nos daba seguridad y nos permitía alcanzar determinados objetivos ha dejado de funcionar como debiera, y no sabemos cómo remediarla.

Una segunda naturaleza

Con frecuencia, para salir de esos momentos de crisis es necesario tomar conciencia de la historia que hemos construido acerca de nosotros mismos durante años y revisar cómo podemos cambiarla. Debido a que esa historia actúa en nosotros como una suerte de segunda naturaleza, en mi opinión es prácticamente imposible llevar a cabo esa tarea sin ayuda profesional. Sin embargo, dado que la mayor claridad a la hora de afrontar ese tipo de proceso facilita mucho las cosas, me parece útil dar aquí un par de ejemplos y algunas pautas que pueden ayudar a comprender mejor de qué se trata.

El primer ejemplo tiene como protagonista a Sandra, 43 años, destacada dentro de su organización por su disposición a tratar de resolver toda clase de problemas, ya sea que provinieran de su área o de sectores con los que tenía alguna vinculación. Al principio de manera informal y luego como gerente de logística, Sandra se transformó en el recurso al que todos acudían cuando algo se complicaba y amenazaba con transformarse en un dolor de cabeza. Como consecuencia de esta entrega ilimitada, Sandra descuidó sus relaciones familiares y se fue desgastando física y emocionalmente. A ese malestar se suma el desconcierto, ya que no tiene la menor idea de cómo superar esa situación.

Martín, 36, líder de proyecto en una empresa de servicios de primera línea, encarna el segundo ejemplo. Martín estaba habituado a recibir y aceptar presiones de sus jefes cuando apremiaban los tiempos para una entrega. Ante esos requerimientos, se limitaba a descargar la responsabilidad del cumplimiento en el equipo, al cual conminaba a acatar los plazos con una mezcla de resignación y amenazas de tener que quedarse a cumplir horas extras no remuneradas durante un feriado o un fin de semana. Con actitudes y certezas que Martín aún no alcanza a comprender, su nuevo equipo le dijo por primera vez que no. Además, el equipo estableció de común acuerdo que si la empresa quería más horas debería hacer el ofrecimiento de pagarlas; logrado esto, puntualizaron, ellos evaluarían, sin sentirse obligados, si aceptaban o no la propuesta.

Revisar a conciencia

Para superar sus respectivas circunstancias, que ambos perciben sin salida, tanto Sandra como Martín necesitan revisar las narrativas que sostienen las conductas que los pusieron en crisis y buscar en su propia historia los elementos que les pueden ayudar a cambiarlas. En ambos casos, aunque con diferente perspectiva y resultado, hay seguramente experiencias propias o transmitidas por otros que los llevan a creer que una entrega sin reservas (Sandra) o la obediencia ciega (Martín) son el único camino posible para el desarrollo profesional. Se tratará, entonces, de revisar de dónde surgen estas maneras de plantear las cosas y de identificar las historias particulares que las sostienen.

Ahora bien, creencias como estas no son fáciles de desmontar porque forman parte de nuestra identidad y porque a través de ellas hemos construido nuestro lugar en el mundo. Sin embargo, de un examen más o menos detallado y consciente de las experiencias de Sandra y de Martín irán surgiendo historias que expresan otros valores y que resultaron en su momento tan útiles como las que suscitaron las creencias en uso. Recuperar estas historias, conectarse emocionalmente con ellas y reivindicarlas como recursos a utilizar para salir de la crisis personal no es por cierto una tarea sencilla. No obstante, la comprobación de que hubo mucho más en la vida que la simplificación a la que adherimos sin reflexionar y a la cual nos terminamos aferrando habilita una serie de opciones que de lo contrario no aparecerán y dejarán a la persona en un estado de angustia sin solución.

Referencias

Louise Altman, “The Voice In Your Head — What’s Your Workplace Narrative?”, The Intentional Workplace, 25/08/2011, disponible en https://intentionalworkplace.com/2011/08/25/what%E2%80%99s-your-workplace-narrative/ (consulta 14/11/2018).

Monique Valcour y John McNulty, “To Make a Change at Work, Tell Yourself a Different Story”, Harvard Business Review, 24/08/2018, disponible en https://hbr.org/2018/08/to-make-a-change-at-work-tell-yourself-a-different-story (consulta 14/11/2018).

Alice Boyes, “5 Tricks for Low Self-Confidence”, Psychology Today, 04/09/2018, disponible en https://www.psychologytoday.com/us/blog/in-practice/201809/5-tricks-low-self-confidence (consulta 14/11/2018).

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