Productividad durante la pandemia: Cómo gestionar el malestar emocional

En el post anterior hicimos una reseña de las características del teletrabajo a partir de la experiencia de las personas que lo practican desde hace años. Nuestro propósito era proporcionar algunos recursos a los equipos que han pasado en estos días a trabajar de manera remota debido a las disposiciones de aislamiento social puestas en vigor en numerosos países. A medida que la experiencia de trabajar en casa en las nuevas condiciones avanza, empezamos a recibir noticias de inconvenientes y desafíos propios de la actual situación, que exceden en buena medida las reglas probadas para hacer un teletrabajo eficaz y requieren un tratamiento específico.

Teniendo en cuenta esto, vamos a brindar en este artículo algunas recomendaciones para tratar de sostener la productividad durante la pandemia. Así, intentaremos compensar el malestar emocional por la situación que estamos viviendo con el fortalecimiento de nuestra autoestima, basado en lograr mantener un buen ritmo de producción en condiciones adversas y de creciente incertidumbre. Si alcanzamos ese objetivo, además del beneficio anímico y personal, también saldrá favorecida nuestra reputación en el entorno laboral.

Cuidado con los chicos

Una justificación que se escucha con frecuencia para explicar la merma en la contribución de algunos trabajadores o trabajadoras es que resulta necesario “atender a los chicos”. Se trata, por cierto, de una eventualidad que no está contemplada en el teletrabajo corriente, debido a que en ese contexto los niños suelen estar en la escuela u ocupados con diversas actividades. Ahora, en cambio, están todo el día en la casa, con las salidas muy limitadas o directamente prohibidas, a menudo malhumorados a causa de esto, y con una demanda de atención y dedicación que excede la habitual.

Pues bien, no es seguramente el momento de revisar el modelo cultural que está detrás de cierta vocación por complacer a los hijos, actitud que a la larga termina por hacer más difícil la transición de estos hacia la autonomía y la independencia. No obstante, es indispensable tomar conciencia de que descuidar el trabajo para ponerse al servicio de los niños no es lo mejor para los supuestos beneficiarios. Quizá la emergencia sanitaria sea una oportunidad única para aprender a poner límites en ese aspecto, algo que será valioso por igual para padres e hijos. Además, establecer una conexión precisa y contundente entre las tareas realizadas y el dinero que se utiliza para hacer las compras dará la posibilidad a los niños de descubrir el rol crucial del mundo del trabajo detrás de cada uno de los productos y servicios que utilizan a diario.

La soledad desespera

En las antípodas del teletrabajador que ve interrumpida una reunión virtual porque uno de sus descendientes lo agarra del brazo, está la persona que vive sola y que a medida que pasan los días empieza a sentir el peso de la falta de contacto presencial o incluso los síntomas de un decaimiento más o menos permanente. La soledad, que según la canción homónima de Bersuit Vergarabat por las noches desespera, se ha instalado esta vez durante toda la jornada y amenaza con desgastar el humor hasta llevarlo a la monotonía de una tristeza sin solución de continuidad. A tal punto, que algunos especialistas están ya calculando el costo económico que tendrán las medidas de aislamiento social debido a un inevitable incremento en los servicios destinados a atender la salud mental de la población.

De nada sirve en estos casos pretender que no pasa nada y ocultar la desazón. Es preferible compartir la realidad emocional con los familiares, amigos o parejas que están a una videollamada de distancia y requerir amablemente esa presencia, aunque sea virtual, que está faltando. En casi todos los casos, reconfortará comprobar la buena disposición de los seres queridos. Por otra parte, muchas personas me han comentado que suelen organizar encuentros físicos de vez en cuando, tomando por supuesto las debidas precauciones, para acceder al calor humano y recuperar así energías con el propósito de continuar el aislamiento. No me atrevo a recomendar esa transgresión. Me limito, entonces, a consignar que existe, parece tener un buen efecto en el ánimo de quienes la practican, y todo indica que se lleva a cabo con responsabilidad.

Brindar apoyo

Otra de las características diferenciales de la actual situación es que al no existir un núcleo de trabajo presencial en una o varias oficinas, ya no hay quien marque claramente el ritmo de la producción. Al no contar con ese punto de referencia, que obligaba a los teletrabajadores a seguir el paso de lo realizado en las sedes físicas, sucede a menudo que los equipos van perdiendo noción de las exigencias del proyecto en el que están trabajando y comienzan a retrasarse. Una medida que se probó como efectiva para evitar esto es hacer una breve reunión al principio del día y otra al final, de modo tal que cada uno de los participantes descarte la tentación de posponer las tareas acordadas para un horario posterior, que con frecuencia termina siendo más breve que lo previsto o directamente nunca llega.

A modo de conclusión, es necesario poner en contexto estas recomendaciones para mejorar la productividad del teletrabajo durante la pandemia, las cuales no deben interpretarse como fórmulas para conseguir un rendimiento excepcional. Antes bien, se trata de utilizarlas para preservarnos mejor, dado que la eventual degradación de las obligaciones laborales tiene en la mayoría de los casos consecuencias negativas en la salud mental de las personas. Incluso lo que al principio pudo parecer un alivio, pues la emergencia sanitaria permitió quizás interrumpir una dinámica que ya era estresante, es probable que se convierta luego en una sensación de desasosiego e impotencia, reacción que está ampliamente documentada en las personas que deben cambiar de vida luego de jubilarse.

Por otra parte, no podemos negar que la incertidumbre propia de la situación sumada al aislamiento va a generar emociones tales como ansiedad y angustia, que no serán fáciles de superar aun cuando logremos mantener una nivel de actividad aceptable. En ese marco, conviene que los jefes y líderes de las organizaciones no pretendan actuar como si nada pasara y fuera posible continuar con los proyectos tal y como estaban antes de la pandemia. Lograrán mejores resultados si consiguen adaptar sus expectativas a la nueva realidad, se muestran dispuestos a brindar apoyo a los trabajadores y trabajadoras que tengan mayores dificultades, y están alertas para socorrer a las personas que empiecen a dar señales de agotamiento.

Referencias

Beth Braverman, “The coronavirus is taking a huge toll on workers’ mental health across America”, CNBC-Workforce Wire, 06/04/2020, disponible en https://www.cnbc.com/2020/04/06/coronavirus-is-taking-a-toll-on-workers-mental-health-across-america.html (consulta 23/04/2020).

Kevin Rockmann, “Taking care of your remote workers”, High Quality Connections, 07/04/2020, disponible en https://www.highqconnections.com/post/taking-care-of-your-remote-workers?utm_campaign=dfb2ac18-c7fa-432b-9448-9de7c22b2847&utm_source=so&utm_medium=mail&cid=e3e56805-3a41-4d97-8139-9b1a17850408 (consulta 23/04/2020).

Jeffrey Pfeffer, “COVID-19 Changes Everything —And Nothing— About Managing Workers”, Rework, 13/04/2020, disponible en https://www.cornerstoneondemand.com/rework/learning-corner-jeffrey-pfeffer-covid-19-changes-everything%E2%80%94and-nothing%E2%80%94about-managing-workers (consulta 23/04/2020).

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